La actual cofradía cuyo título completo es “Antigua e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento, María Santísima de las Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio  y Pontificia y Real Archicofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, Nuestra Señora de Loreto y Señor San Isidoro” es el resultado de la unión mediante Concordia otorgada en 1.975 y confirmada en 2.009 con la fusión definitiva, de dos antiguas corporaciones existentes en la Parroquia de San Isidoro.

La primera de ellas, conocida de antiguo como la Hermandad Sacramental de San Isidoro es a su vez producto de la fusión de otras dos, denominadas: Ilustres y Antiguas Cofradías Unidas del Santísimo Sacramento, María Santísima de las Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio, aprobándose sus Ordenanzas por el Real y Supremo Consejo de Castilla en 26 de mayoDSC_0126 de 1788. De un lado nos encontramos pues, en su origen primigenio y derivada de la consideración Parroquial del templo donde se erigió, la primitiva Hermandad Sacramental, cuya fundación data de 1526, por la dama toledana y Sierva de Dios  Dª. Teresa Enríquez, cuyo celo infatigable en la devoción eucarística le valió el sobrenombre de “La Loca del Sacramento” (actualmente ya en la Diócesis de Toledo se ha iniciado su proceso de beatificación). A la misma, se agregaría en razón de la coincidencia del doble carácter de muchos de sus hermanos, la Hermandad de las Ánimas Benditas, fundada en 1.528.

La Hermandad sacramental goza de un exquisito patrimonio artístico tanto en objetos de culto (Custodia litúrgica, Manifestador  para exponer la Custodia, Custodia de asiento o procesional, Guión, estandarte, cálices, copones, etc…) así como en obras de arte pictóricas o escultóricas, entre las que brilla con luz propio el barroquísimo retablo de su Capilla, atribuido a Jerónimo Balbás y Duque Cornejo, considerado la mejor pieza de su género, de las existentes en la ciudad hispalense.

De otro lado, figura la Hermandad penitencial de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas cuyos orígenes históricos tenemos que buscarlos casi con toda certeza en el convento de San Benito de la Calzada a comienzos del siglo XVII. Corre el año de 1605 cuando un grupo de fieles sevillanos se acoge bajo las advocaciones de las Tres Humillaciones y Madre de Dios del Arco con el fin de fomentar las obras de caridad en nuestra ciudad. De aquí pasa en poco tiempo a la iglesia de San Roque donde se pone bajo el patronazgo del gremio de “los fieles montados de las casas grandes”, convirtiéndose así en una de las tantas hermandades gremiales que florecieron durante la decimoséptima centuria. Viendo la Hermandad de los Cocheros su pronto crecimiento, en 1632 asumió la necesidad de adquirir una imagen titular que correspondiera iconográficamente al título de las Tres Humillaciones. Pedro Nieto Montañés fue el encargado de llevar a cabo la hechura de la primera imagen que veneraran los Cocheros, en pasta de madera, y con la túnica pintada de púrpura, costando el trabajo 600 reales.

DSC_0758En 1638, la Hermandad vive un nuevo traslado de templo, esta vez a la iglesia de Santiago, donde una serie de circunstancias marcarían el devenir histórico de la corporación.

Con el cambio de sede de 1638, la imagen del Señor comienza a arraigar fuertemente en la devoción popular de la feligresía de Santiago. Años después, en 1668, y con el objeto de mejorar las condiciones del culto y la autonomía con respecto a la Parroquia, la Hermandad decide trasladarse a la Parroquia de San Isidoro. Se narra el curioso hecho de que el párroco de Santiago viendo como su templo se quedaba sin tan devota imagen, la sujetó a la reja de la capilla que ocupaba mediante unas cadenas, impidiendo el traslado de la misma junto con la hermandad a su nueva sede, que a la postre sería la definitiva. En el último tercio del siglo XX, bajo el pontificado del cardenal Bueno Monreal, la Hermandad consiguió le fuese devuelta la primitiva imagen, que hoy preside la Sala Capitular de la Casa de Hermandad, ya oportunamente restaurada.

El hecho narrado junto al mal estado en que se encontraba la que se quedó en Santiago,  provocó la decisión de la junta de gobierno de encargar la hechura de una nueva imagen de Nuestro Señor al escultor Alonso Martínez por el precio de 1550 reales, en el mismo año de 1668. Alonso Martínez muere poco después, siendo opinable que llevara a cabo su último encargo, aunque la mención en su testamento de unas cantidades que debía cobrar de la hermandad por la talla que hizo, parece abonar la tesis de la conclusión total de la imagen. En 1687 se concierta con el escultor Francisco Antonio Gijón la hechura de un paso complDSC_0007 (2)eto con el Señor caído en tierra y Simón de Cirene, aunque documentalmente solo consta como obras ejecutadas dichas andas (desaparecidas durante la invasión francesa) y la imagen de Simón Cirineo. La desaparición de las andas de Gijón, afortunadamente no fue total. En el año 2009, se decide bajar una pareja de ángeles que se encontraban a gran altura en el ático del retablo de la Capilla de la  Cofradía, vislumbrándose desde ese mismo instante su indiscutible calidad. El profesor Roda Peña los atribuyó de inmediato a la mano de Francisco Antonio Gijón, afirmando su procedencia del desaparecido paso ejecutado por el maestro utrerano.

El traslado a la Parroquia de San Isidoro, significó para la Hermandad el comienzo de  una época dorada donde creció en devoción y patrimonio, obteniendo en 1717, la propiedad de la Capilla que hasta hoy ocupa.

C.8.41bDurante todo el siglo XVIII continúa la labor de engrandecimiento de la Hermandad. Es en esta época, donde pierde por Orden del Consejo de Castilla, no sin abierta resistencia por parte de los cocheros, el carácter gremial que, hasta entonces poseía. Curiosamente, son ahora los señores de aquellos cocheros los que se hacen con el gobierno y dirección de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, que decide cambiar el título de su dolorosa de Madre de Dios del Arco, por la advocación de origen italiano de Nuestra Señora de Loreto, basada en la tradición piadosa de que la Casa de la Virgen en Nazaret fue trasladada por ángeles a Loreto (Italia). Su fiesta litúrgica se celebra el 10 de diciembre. Posiblemente con el cambio de título viniera también el cambio de talla, que sería ejecutada en el año 1717, según consta en el Libro de caja, por los pagos hechos al “maestro que hizo la Virgen”, sin que aparezca la autoría. En el año 2015 ha sido restaurada por D. Pedro Manzano.

Fue sin duda el XVIII, un siglo de esplendor porque es más que probable que en esa época -en la que la Estación Penitencial anual dependía exclusivamente de los recursos económicos propios- fuera la cofradía sevillana que salió consecutivamente durante más años, lo que da idea del florecimiento de la Hermandad en dicha centuria.

No ocurriría lo mismo en el siguiente siglo XIX. La invasión napoleónica supone la desaparición del paso tallado por Ruiz Gijón, si bien la Hermandad consigue salvar las imágenes. Al renacimiento de la hermandad tras la Guerra de la Independencia contribuyó de manera altamente significativa, el celo de un gran Hermano Mayor, D. Diego Tixe. En 1850 ingresaron como hermanas la reina regente María Cristina y su hija, la futura Isabel II. También fueron significados hermanos en esta época, los Duques de Montpensier.

Vestían los nazarenos por entonces, túnica y antifaz de merino blanco con capa morada. En 1872 el hábito nazareno, del que se conservan algunos testimonios fotográficos, fue sustituido por túnica y antifaz negros con capa de raso del mismo color.

B.3.1.13Llegado el siglo XX, en 1902, la cofradía adopta el hábito nazareno actual, túnica negra de cola y antifaz del mismo color con cinturón ancho de esparto. En 1920 S.S. Benedicto XV nombra a la Santísima Virgen en su advocación de Loreto patrona de la Aviación Mundial, confirmándose en España poco después. En 1926 el vuelo trasatlántico del Plus Ultra entre Palos de la Frontera y Buenos Aires (pilotado por Ramón Franco, Pablo Rada y Julio Ruiz de Alda) fue el desencadenante de un feliz acontecimiento: la donación a la Virgen de la silueta en oro del hidroavión “Plus Ultra”,  por la dama argentina Dª. María Gonzalo Cabot, que desde entonces porta en su mano. Nuestra Señora de Loreto fue el punto de mira hacia donde fueron todas las muestras de agradecimiento por tan venturoso vuelo. Fue en ese mismo año cuando la Virgen en su advocación de Loreto fue nombrada patrona de la Aviación Española. Desde entonces nuestra Hermandad está profundamente vinculada con el Ejército del Aire, y este con su Patrona, a la que ha ofrendado en numerosas ocasiones diferentes enseres de uso personal de la Santísima Virgen como reconocimiento de su patronazgo (sobre todo la espléndida Corona de salida solemnemente impuesta en  febrero de 1950).Rese1

Precisamente desde finales de la década de los veinte hasta aproximadamente la de los cincuenta, la Hermandad realiza una renovación completa de sus pasos procesionales, tomando la Cofradía el aspecto fastuoso que hoy conocemos. El paso del Señor fue tallado y dorado por Francisco Ruiz Rodríguez “Curro el dorador” (destacado cofrade de nuestra hermandad) entre 1940 y 1941. Desde 1929 el mismo artista y cofrade intervino en el diseño del paso de Nuestra Señora de Loreto cuyos bordados y orfebrería son de inspiración oriental y sin figuras humanas.

C.9.1En la década de los ochenta, nuestra hermandad ha pasado por circunstancias difíciles, motivadas por el hecho de la necesaria labor de restauración de la fábrica de la Parroquia, viéndose forzada a trasladarse, siempre junto con ésta, a un local en la calle San Isidoro, y a realizar la Función Principal de Instituto en la Iglesia de San Alberto de Sicilia (Padres Filipenses) y la Estación de Penitencia del Viernes Santo desde la  iglesia de la Anunciación. Finalmente pudo regresar a su templo en diciembre de 1990, felizmente terminadas las obras pertinentes gracias al celo de su entonces Párroco y Director Espiritual  D. José Luis Peinado Merchante.

Desde entonces y hasta nuestros días, la Hermandad pudo retomar de nuevo el esplendor de sus cultos, con el montaje de altares efímeros, sobre todo para la Novena del Señor, recuperar los Besamanos y Traslados, así como añadir más realce a los cultos al Santísimo Sacramento, destacando el montaje del Monumento del Jueves Santo en la magnífica Capilla del Sagrario o Sacramental y la Procesión Eucarística.